¡La sanidad y la economía!
¡Quédate en casa!
La tierra que teníamos en el horizonte resultó ser “San Borondón” como dirían los canarios y ahora tenemos un poco más de mar desconocido por delante.
Sin entrar en lo que cada uno votemos, acabo de mirar la población de España y obtengo 47.100.396, población residente a 01/01/2019, por tanto, para el serio problema que vivimos tenemos aproximadamente 47.100.396 soluciones o modos de actuar en esta pavorosa crisis.
Aun así, y desde el desconocimiento que todos tenemos de los importantes y determinantes detalles que condicionan las decisiones. Mi impresión es que al mando de este barco de 47 millones tenemos un Capitán razonable. Aunque nunca sabremos a donde nos llevarían otros capitanes. Pero visto lo visto por otros barcos de la flota, no creo que tuvieran en el mejor de los casos resultados muy diferentes. Cuando tengamos mas información podremos argumentar mejor nuestras críticas, ahora no es ese momento, es el momento, si es preciso, de renunciar al derecho legítimo de discrepar abiertamente para ayudar y mas que nos pese desde mi querido Portugal puede que recibamos alguna lección.
Vamos a pasar a la fase de, más economía por menos sanidad y es muy difícil mantener la marcha pisando el freno y acelerador a la vez.
Desde nuestro puesto de serviola atisbamos las necesidades básicas que de forma imperiosa se van a producir en los próximos días, de modo que llenarnos de solidaridad por nuestros vecinos aumentando la donación para los bancos de alimentos y continuando sujetos a esta cuarentena será fundamental para que todos podamos salir mejor de este confinamiento.
También, cuando se pueda, ofrecerse voluntario para hacer llegar la comida a los almacenes de los bancos de alimentos, no es poca cosa. Nos hará mejores a todos.
Sacrificar parte de nuestros derechos y libertades para dejar hacer por el bien común tampoco es poca cosa.
Tenemos que disponer de mas capacidad para aguantar, porque la espera como dice el dicho desespera y esa capacidad está en nosotros, no tenemos que ir a buscarla a ninguna parte. En el momento de agobio, solo tenemos que dar un paso atrás y ser conscientes de lo que conseguimos si seguimos ese camino, al poco veremos que el agobio ha desaparecido y ya estamos en otra cosa. Tenemos que coger las riendas de ese caballo que llevamos dentro y no desesperar, esperar.
Después del buen susto inicial ahora ya empezamos a desescalar progresivamente la subida y debemos hacerla con cuidado, sin precipitarnos y atendiendo las instrucciones.
Es importante no despeñarse ni tirarse al agua tan pronto avistemos “tierra”, ¡nos queda menos!
Como siempre deseándoos lo mejor para vosotros y todos vuestros allegados. Un último esfuerzo. Pasamos del “Resistiré” al “Aguantaré”, ya tenemos cerca el “por fin”.
Para finalizar me gustaría arrancaros una sonrisa con la historia de un sabio anciano ambientado en Asia, cuyo consejo solicitaba todo el mundo.
Un día de verano, llegó un campesino y le dijo “lo cierto, es que no se que hacer. Mi buey ha muerto y ya no puedo arar el campo. Es lo peor que podría haberme ocurrido.
-Quizás si o quizás no. ¿Quién sabe? – replico el sabio, mirándole a los ojos.
Sumido en la incredulidad, el campesino regresó a su casa y le dijo a su familia, que después de todo, el anciano no era tan sabio y parecía haberse vuelto loco porque, en su opinión, no había nada peor que la muerte del buey.
Cuando a la mañana siguiente, salió a dar una vuelta pensando en como se las ingeniaría sin el buey, descubrió un caballo salvaje pastando en los alrededores. Entonces se aprestó a atraparlo y cuando lo consiguió, concluyó que sus problemas se habían acabado porque con el caballo le resultaría mas fácil arar que cuando tenía al buey.
-Le ruego que acepte mis disculpas-dijo en la primera ocasión que tuvo de visitar al anciano- Tenía usted razón. Estoy seguro de que, de no haber perdido el buey, jamás hubiese dado ese paseo ni capturado a ese caballo.
Esto es lo mejor que me haya ocurrido.
-Quizás si o quizás no ¿Quién sabe? – replicó, de nuevo el anciano, mirándole directamente a sus ojos.
– ¿Está tomándome el pelo? – dijo el campesino, antes de dar media vuelta y alejarse, mientras pensaba: “este tipo está loco. Ya no volveré a verlo nunca más”.
Pocos días después, sin embargo, el hijo del campesino mientras cabalgaba, salió despedido de la grupa del caballo y se rompió la pierna. Y. dándose cuenta que no podría contar con la ayuda de su hijo, se dijo. “esto es lo peor que podría haberme ocurrido”.
¿Cómo acabaré ahora el trabajo que me queda por hacer? Esta vez tiene que admitir que no podría haberme ocurrido nada peor, concluyó el campesino en su visita al anciano.
-Quizás si o quizás no ¿quién sabe? – respondió de nuevo, serena y bondadosamente el anciano, mirándole directamente a los ojos del campesino.
También, en esta ocasión, el campesino se marchó muy enfadado al pueblo. Pero, ese mismo día llegó al pueblo un banderín de enganche para reclutar a todos los jóvenes sanos y llevárselos a una guerra que parecía interminable. Así fue como la pierna rota del hijo del granjero acabó librándole del reclutamiento y probablemente de la muerte.
Propongo un ejercicio de imaginación y alimentación de nuestra autoestima:
Sustituyamos la expresión -Quizás si o quizás no ¿Quién sabe? por “depende”.
Y «voilà», esta historia se puede convertir en muchos ancianos sabios de nuestras aldeas gallegas, influenciados por tanto crónico, injusto y persistente aislamiento sufrido.
De modo que además de sentir orgullo por la parte de gallegos que nos toca, pensemos en que nuestra reacción ante los acontecimientos no debe de ser negativa. Hagamos también valer el dicho “no hay mal que por bien no venga”.
Evolucionamos y nos encontramos con cosas nuevas, recuperando otras viejas.
El video que me gustaría que vierais al final es un punto de interés de los 18 que tiene el “Roteiro Chan de Castiñeiras”, que forma parte de un diseño que no salió adelante por la inacción, desidia y abandono de otros que tenían que hacer su parte. Este video está en gallego, para los que recibís este mail y no sois gallegos, pensar en la inmensa riqueza que tenéis en los vecinos del Noroeste.
Agradecer a estos intelectuales gallegos, humildes, pero con trabajos valiosos, su participación desinteresada poniendo su talento incondicional a disposición de Labecos.
Agradecer a Moisés Quintas la composición musical. Autor también del precioso libro “TERRA e ALMA”, de editorial Canela.
Agradecer a Pepe Carames la redacción del texto. Autor también de “Reflexións para a interpretación da paisaxe”, de Edicions do Cumio, S.A.
La necesidad apremiante de la publicación de este articulo obligó a que la voz narrativa sea la mía Carlos Sequeiro. No muy tarde será actualizada con otra voz narrativa de una colaboradora y notareis en positivo la gran diferencia:
¡Aguantaremos!