Photo by Daniel Schludi on Unsplash
En el medio de las fiestas navideñas, se hizo realidad en un alarde de necesidad esperanzadora la vacuna.
Es sin duda un paso importante, la salida natural, posible y cierta según nuestras posibilidades de resolver la pandemia.
Comenzó la estrategia organizativa y no tardó en aparecer la picaresca, tan nuestra, dirán algunos, pero en todo caso, muy patética, por el lugar donde nos coloca. Un rosario de cargos saltándose la vez y justificando de manera bochornosa el motivo de su vacunación. Aunque como en todo hay excepciones que hacen injusta la generalidad.
Todo parecía ir bien, pero pronto se entremezclaron los intereses económicos y de oportunidad que tiene el poder. Y pasamos de tener algunas reservas a la hora de inocularnos (a ver cómo les va a los pioneros) a una carrera por vacunarse cuanto antes y a toda costa.
Y sucedió con aquello que no contábamos y es que los proveedores se prostituyeran, como lo han hecho apostando por el mejor postor y dejando de respetar los pedidos acordados. Menos mal que el marco es el europeo y nos disolvemos e igualamos con el resto de los países, algunos muy íntegros y de referencia garantizada.
También era previsible que cuando podemos hacer uso de nuestra libertad y tener capacidad de decisión para poder elegir, naciera el conflicto sobre la conveniencia o no de aplicar algunas vacunas a los mas adecuados. Haciendo que todo esto entre y encaje dentro de los objetivos que marcan la estrategia a seguir.
Un poco mas de paciencia, que las expectativas no nos jueguen una mala pasada, entrando en mayor riesgo al relajarnos. Ya nos queda menos.
Las semanas pasan rápido y si que podemos aguantar en tensión algo más.
Cuidaros más de lo que os dicen.
csl.